30 años de «Images and Words»
La leyenda de Dream Theater siempre estará ligada a «Images and Words» , su primer album; y por supuesto a «Pull Me Under» el sencillo que los puso en los cuernos de la luna y en las orejas de cientos de miles de fans de la música dura. 30 años han pasado desde que se edito esta pieza fundamental del rock progresivo, así que hay que prender velitas y brindar.
EN MEDIO DE LAS ROCAS BRILLO UN DIAMANTE
Contexto. Verano de 1992. Una época no muy ad doc para un álbum como este. Después de casi 10 años de reinado del Heavy y el Hard, el Sonido Seattle había tomado por asalto los medios y el gusto de las juventudes. Esa clase de minimalista revival de los 60’s y 70’s era lo de moda. Por el lado del underground, la adrenalina de thrash estaba siendo llevada ha terrenos llenos de técnica pero también de brutalidad. En medio de esas dos tendencias, el metal de corte mas tradicional estaba en la lona. Y ni que decir del genero progresivo. Estaban reducidos y únicamente seguidos por una feligresia devota pero pequeña.
Y el 7 de Julio de 1992, esta genial obra ve la luz.
Bajo la tutela de Atco Records, un subsello de Atlantic Records, se edito un album que tiene dureza y melodía por igual. Constituido por solamente 4 tracks, la mayoria de los cuales eran largos y llenos de intrincados arreglos de guitarra, polirritmia a raudales, vocales poderosas y agudas y, a la usanza de los discos clásicos del genero progresivo de los 70´s, incluía motivos musicales que se repetían entre canciones, dando la impresión de ser un album conceptual. Aunque no lo era.
PULL ME UNDER
Un álbum enorme, tiene que empezar con un track enorme. En este caso, ese track fue «Pull Me Under».
Comienza con una progresión de guitarra limpia, en un arpegio de tres notas, con efecto de delay que la hace resonar como el golpe de una piedra sobre un lago en calma. Cuatro barras después, se le une, in cressendo, el cabalgar de los tambores apoyados por un golpe sincopado de snare drum. Cuatro barras más y un teclado con un registro no tan común (para los días en que fue grabado) contrapuntea a la melodía de la guitarra. Luego de otras mágicas ocho barras, la guitarra muta a otra melodía, repicante, cristalina, y su lugar lo ocupa el punteo del bajo, en armónicos. Ocho barras después, el lago en calma se ha convertido en un mar de oleaje fuerte y espumoso, denso, machacón como el sonido de la guitarra que, ya con una distorsión imponente pero nunca excesiva, avanza y se contiene…avanza y se contiene…La canción crece, y hay una primera explosión cuando una melodiosa y serena voz, llena de fuerza y carácter, canta: “Lost in the sky clouds roll by, and I roll with them…” Son los primeros dos emocionantes minutos de “Pull Me Under”. A los 2:59, la canción estalla, y a los tres:45, uno de los coros más emotivos de los últimos 25 años se escucha: potente! más que como un mantra, como un reclamo…. “Pull Me Under, I´m Not Affraid!”
LA GENIALIDAD DEL COLORIDO MUSICAL
Una ventaja enorme en Dream Theater, en ese entonces, es que TODOS colaboraban en la composición musical y lírica, lo que salpicaba sus composiciones de una calidad burbujeante de matices.
«Pull Me Under» presentaba una sabrosa variedad de recursos musicales, y era todo menos repetitiva. Se acelera, se detiene, vuelve a acelerar e introduce breaks emocionantes mediante el uso de tiempos nada convencionales, Y el resto del álbum presenta la misma dicotomia por la majestuosidad y la sencillez: las melodias no son rebuscadas pero llevan como decoración una ejecución instrumental tan elaborada que deja boquiabierto; y justo cuando parece que va siendo demasiado extravagante, se atraviesa un remanso de dulzura. Como al final de «Take the Time», o a la mitad de «Under a Glass Moon» , o en «Learning to Live», donde se se vuelve a aparecer «Waiting for Sleep» pero con un frenesí inquietante pero emocionante.
«Another Day» (con un bello solo de saxo, cortesía de Jay Beckenstein , de los jazzeros Spyro Gyra) y «Sorrounded» le daban al álbum el contrapunto melódico. No son totalmente baladas, porque tienen breves compases de rapidez, y permiten que el álbum se llene de matices y se aleje de la unidireccionalidad rampante de los thrasers y los grungeteros de la época.
La genialidad de este trabajo, fué amalgamar la dureza del heavy metal mas clásico, el frenesí del speed y el trash, con la melodiosidad del rock progresivo americano (Rush, Kansas, Boston, Styx), la experimentación del progresivo inglés (Yes, Pink Floyd, Genesis) y la pomposidad del rock clasico.
«NO HABIA TIEMPO PARA EL DOLOR, NI ENERGÍA PARA ENOJARSE…»
Y las letras.
Contrariamente a la sempieterna angustia juvenil, y la constate queja que dominó el rock de la primera mitad de los 90’s, las letras de Dream Theater eran luminosas y positivas. No mojigatas ni idiotamente optimistas, Mas bien, concientes. O concientizadoras.
Ya fuera que estuvieran inspiradas en libros («Pull Me Under», «Metropolis Pt.1» o «Learning to Live»), o en sus mismas experiencias («Another Day», «Take the Time», «Waiting for Sleep»), el motivo de las mismas es el sujeto tomando conciencia de su condición y enfrentandola. No simplemente quejarse o huir. Y este mensaje, acompañado de una apoteosica ejecución musical, marcó una gran diferencia en esos años, lo que les permitió a Dream Theater construirse una posición privilegiada en el mundo del Rock y el Metal.
EL PESO DE UN LEGADO
“Images & Words” fue el álbum que catapultó a Dream Theater hasta los mismísimos cuernos de la luna. Su gestación fue larga y dolorosa (MUY dolorosa, han dicho los músicos que lo compusieron y lo grabaron). El producto de ese parto fue una hermosa creatura que aún hoy, y todavía, maravilla a quien le escucha por primera vez, y llena de añoranza los oídos de quienes le conocimos hace años y de vez en cuando regresamos a Él. No exagero al escribir que, musicalmente fue una luz en un mundo atestado de músicas pretenciosas que no hacían más que repetir, con muy pobres recursos y más mala fortuna, las glorias de los milnovescientosesentaysetenta.
La magia de este álbum no fue poner de moda un estilo (el llamado Metal Progresivo, con todo y sus churrigerescas y bañadas interpretaciones). La magia de este álbum fue destapar el tarro de las esencias y no encajonarse en un solo sonido/estilo. A lo largo de los 8 temas que componen este discazo nos encontramos por igual a Rush y a Iron Maiden, a Kansas y a Deep Purple, a Genesis, a Queen, a King Crimson, a Led Zeppelin, a Stevie Wonder, a The Who, a muchas cosas….pero vistas (escuchadas) através del velo de esta banda.
Es una obra ecléctica, fruto de la sinergia de 5 músicos, en una forma que no ha vuelto a darse hasta hoy.
Para su siguiente álbum, el tecladista Kevin Moore estaba ya despidiéndose. Aunque la banda se consolidó desde finales del milenio con Jordan Rudess en los keyboards, y aun cuando este es un magistral músico, excelente y emotivo compositor, su estilo está muy emparentado con el estilo de John Pettrucci. La magia del DT de 1992 residía en que los cuatro músicos venían de lugares muy diferentes en el mapa musical, y la combinación fue la hizo que «Images & Words» terminara siendo el discazo que es.
Y para colmo, en 2010 Mike Portnoy dejó la banda. O sea que ya falta otra variable en esa ecuación de bien combinar los sonidos y los tiempos. La música y las matemáticas se parecen.
Dream Theater ha continuado haciendo discos y giras. Sus discos son muy buenos, y sus directos excelentes. Pero esa magia que rebosa en cada surco (o cada bit, según en que lo escuches) de “Images & Words” hace mucho que está ausente.